Toda mente inquieta busca su camino. Invierte toda su vida en hallarlo. Y, probablemente, eludió lo permitido.
domingo, 20 de diciembre de 2009
En este país
Hay en el lenguaje vulgar frases afortunadas que nacen en buena hora y que se derraman por toda una nación, así como se propagan hasta los términos de un estanque las ondas producidas por la caída de una piedra en medio del agua [...]. Cae una palabra de los labios de un perorador en un pequeño círculo, y un gran pueblo, ansioso de palabras, la recoge, la pasa de boca en boca, y con la rapidez del golpe eléctrico en crecido número de máquinas vivientes la repite y la consagra, las más veces sin entenderla, y siempre sin calcular que una palabra sola es, a veces, palabra suficiente a levantar la muchedumbre, inflamar los ánimos y causar en las cosas una revolución.
MARIANO JOSÉ DE LARRA
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