jueves, 27 de octubre de 2011

Not a good world for being happy

Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar. Quiero escapar.


Sin todavía saber lo que haré luego.

viernes, 14 de octubre de 2011

Mucho mejor

DESCRIBA A UNA PERSONA ENVIDIOSA

¿CÓMO COMPRA? ¿QUÉ COMPRA?

La envidia es otro de los muchos sentimientos que condicionan o alteran la actitud espontánea del ser humano y la condicionan. Normalmente nos vemos afectados en muchas situaciones por sentimientos como el odio, el amor, la felicidad, la envidia, la tristeza, incluso frío o hambre, y un sin fin de sentimientos más que, obviamente, alteran la percepción de quien los manifiesta.

En este caso consumista, la envidia es un sentimiento particular. Se puede sentir envidia de algo material o concebirla como la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor. También el afán de imitación es importante. Hay cierta predisposición a igualarnos respecto a los demás, tener lo que tienen para ser uno más, para sentirse aceptado. Esto sucede con la moda, la tecnología, los coches, los juguetes infantiles, la lectura, los gustos musicales... El ser humano tiende a aceptar mejor cosas que ve que otros ya han aceptado. En este caso, la envidia vuelve a cerrar su ciclo: lo codiciamos porque tenemos que codiciarlo, y consecuentemente lo obtenemos. Prácticamente ya no podríamos hablar de envidia, sino relegar el término o sustituirlo por necesidad. Se da entonces un matiz que iguala la envidia a la necesidad y que, hoy en día, es muy difícil de separar, si bien es cierto que también se puede envidiar algo vital y necesario. Esa imposibilidad de separar términos la vemos particularmente reflejada en la población joven, a la que probablemente, ni le preocupe entender por qué sentir envidia y por qué necesidad.

A la hora de comprar, una persona con tendencias envidiosas (suponiendo que tuviésemos muy delimitados los límites de dicha persona y conozcamos ampliamente su capacidad de mentir sobre ese sentimiento o encubrirlo) sentirá necesidad real de tener aquello que ha llamado su atención y lo ha atraído. Es importante el papel que desempeñan aquí los medios publicitarios, la imagen del semejante siendo más feliz o más completo, los estereotipos quedan fijados gracias a la publicidad, pero también gracias a los sentidos, ya que percibimos todo según nos dictan ellos. Quizá sea atractivo para la vista, tenga un olor que evoque algo particular, un tacto suave o sea altamente agradable al gusto o al oído. Los sentidos son fundamentales para comenzar a envidiar.

Creo que se puede alterar aún más fácilmente la conducta de compra en una persona 'afectada' por un sentimiento como la envidia. Por ejemplo, si sabemos que codicia cierto producto, podremos situarlo al final de la tienda en cuestión, para que acuda atravesando otras secciones, procurando en él sentimientos de necesidad-envidia difíciles de identificar. Aparte de mostrar signos graves de inferioridad, la persona envidiosa es muy débil mentalmente. En el plano desorbitado en que hoy se sitúa el consumismo, la envidia tiene un lugar especial. Es casi seguro que la mayor parte de lo que adquirimos sea porque lo envidiamos de cualquier otra persona. Es más profundo de lo que a simple vista pareciese: es una muestra de debilidad mental absoluta y determinante, una emoción casi enfermiza. Y en sí misma, la envidia no es ni buena ni mala, porque somos nosotros quienes la conformamos y actuamos.

Analizando aún más el tema, hay diferentes tipos de personas a las que probablemente este sistema de compra por debilidad sentimental vaya inexorablemente unido a su forma de ser. Personas con baja autoestima, personas insatisfechas con sí mismas, egocéntricas y/o narcisistas, con muchos miedos o dudas. Además, los medios de comunicación de sociedades consumistas nos transmiten multitud de estereotipos relacionados con la felicidad. Se utiliza la envidia como motivador para potenciar el consumo que promete una felicidad exagerada a la cual es más sencillo sucumbir.



SI, así vale.

¿QUÉ ES LA ENVIDIA?


Envidia es definición de un tipo de sentimentalismo puramente humano. Una conducta, como tantas otras, que nos define para con el resto según obremos.

Ser envidioso es codiciar lo que posee el otro. Es algo casi innato en el ser humano. Parece que naciésemos pidiendo, necesitando. El descontento por nuestra posición y nuestras posesiones indica con frecuencia una actitud egocéntrica, que lleva a sentimientos intolerantes, rencorosos o, incluso, malignos, hacia un rival real o imaginario. Podemos codiciar el éxito, la personalidad, las posesiones materiales, el atractivo físico o la posición de otra persona. Luego, para compensar un yo frustrado, hacemos observaciones poco amables o destructivas y nos sumergimos en la autocompasión, la ira, la amargura y la depresión. La envidia es tanto un proceso psicológico como cultural.

Culturalmente hablando, es un pecado que ha venido creciendo con la humanidad durante siglos. Una forma más para controlar el miedo y para agrupar en grandes masas a gente no pecadora, no envidiosa. Este pecado de carácter religioso ha tenido gran peso en lo que hoy es reflejo de todo aquello. La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo (Ver Sb 2, 24). Pero si hablamos de herencia cultural, cabe mencionar al menos la relevancia que tiene el proceso de competencia y triunfo que hoy nos persigue desde que nacemos. Es bien cierto que nos solemos prometer a lo largo de la vida ser mejor que los demás en algún aspecto, de tal manera que cerramos el círculo manteniendo y procurando que ese sentimiento envidioso instaurado socialmente y sufragado por la vida cotidiana, perdure. Además, se convierte en motivo personal de superación, se transforma en una insana rivalidad codiciosa.

Sentir envidia es algo indigno y a la vez humano, pues nos esclaviza en cierta manera ya que nuestro propio bienestar lo traen consigo otras personas. Alguien envidioso, podría ser también caprichoso o egoísta, y en esta línea, dependerá aún más, si cabe, del efecto que esos sentimientos jueguen en él. En general, los sentimientos generan un influjo realmente poderoso en el individuo. Supondría cierto grado de osadía asegurar que los sentimientos nos condicionan y nos relegan a una inferioridad causal, pero son tan comunes y necesarios para el hombre social del S.XXI como pueda ser comer, con la bien resaltada diferencia que explica Miguel de Unamuno (1864-1936): '' La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.''

El ser humano puede envidiarlo absolutamente todo. Puede sentir celos de las aves que vuelan o puede envidiar tanto la vida como la muerte. No hay que olvidar que nos conforma una ''imperfección relativista'', somos un pozo de capacidad infinita para muchas cosas. Incompletos pero con ansias de completarnos. Siempre queremos tener, conocer o sentir más. Es casi una rivalidad personal y genera división a nivel grupal. Sin embargo, creo que la cuestión no es exclusivamente envidiosa. Hay demasiados sentimientos que, al igual que el de la envidia, nos limitan, condicionan y alteran, y muy pocos sentimientos que nos liberen. Es curioso entender que dependamos tanto de todos ellos y que siempre el círculo que los relaciona con lo que necesitamos, esté bien cerrado para hacernos la tarea algo más complicada.



martes, 11 de octubre de 2011

Cambios. Al fin y al cabo, nada es para siempre.
Y tiene que ser así.

Recuerdo cuando no quería que nada cambiase. Quizá incluso, lo susurró en algún atento oído. Quizá un deseo así se le escapó. Quizá, antes de decirlo, se aseguró de que le mirasen. Quizá...


¿Qué simboliza el tiempo cuando pasa tan desapercibido?¿Qué de malo tendrá cambiar?

cambio

  • permuta, canje, cambalache, trueque
  • mudanza, muda, alteración, variación
    • Antónimos: fijeza, inmutabilidad
  • fugacidad, versatilidad, variabilidad, mutabilidad, veleidad, eventualidad
  • transformación, mutación, mudanza, permuta, metamorfosis, modificación
  • vuelta, suelto, calderilla, monedas

cambiar

  • canjear, intercambiar, trocar, permutar, conmutar
  • evolucionar, innovar, renovar, distorsionar, diversificar, modificar, reformar
  • trasladarse, marcharse, irse, largarse, emigrar, inmigrar
    • Antónimos: estacionarse
  • convertir, transformar, transmutar, alterar, variar, mudar

http://teleinterferencias.blogspot.com/2009/02/el-mal-funcionamiento-de-youtube-crea.html

jueves, 6 de octubre de 2011

A thousand thoughts

Los jirones del tiempo en la ropa eran un vicio...
En este mundo raro donde las preguntas prohibidas no encuentran maestro. Donde tener las cosas claras implica que haya luz, únicamente, para percibirlas, ignorar es hermoso, no inocente. Pero no quiero volver.
Quería aire para hacer parecer esto algo más normal; quería respirar, por una vez. Y como ayer, nadie que cante esta noche para mí... Si me voy, que sea para terminar perdiéndome.
Me empezó a gustar compartir el calendario con el rencor. Triste realidad.
Si tenía mil historias, es porque olvidé olvidarlas. Sabía que esa forma de ser sólo me traería problemas. Lo sospechaba. Oculté el alma, tanto como la realidad. Yo no quiero ser así.

Tres de cada cuatro poesías me repetían que el tiempo se detuvo. Dos canciones me confirmaron el recuerdo. No seré cuanto fui, aunque lo intentaré por la ineficaz advertencia. Vámonos, por si acaso. Ahora que los días de Enero son veranos envenenados, este mundo raro se hacía evidente, no equitativo, y así entendí que nunca es tan triste la verdad, lo que no tiene nunca es remedio.
Si el delincuente sueño te asalta, déjate.

Si tenía mil historias, es porque olvidé olvidarlas. Sabía que esa forma de ser sólo me traería problemas. Lo sospechaba. Oculté el alma, tanto como la realidad. Yo no quiero ser así.

Ahora que lo tengo todo, siento las ruinas de las prioridades. Y pensé en irme, no tener qué ver, no enredarme en mi vida. Pero me quedé a bailar con la mala suerte, con lo increíble que puede ser la verdad. Pensé en esperarte, también.