viernes, 14 de octubre de 2011

Mucho mejor

DESCRIBA A UNA PERSONA ENVIDIOSA

¿CÓMO COMPRA? ¿QUÉ COMPRA?

La envidia es otro de los muchos sentimientos que condicionan o alteran la actitud espontánea del ser humano y la condicionan. Normalmente nos vemos afectados en muchas situaciones por sentimientos como el odio, el amor, la felicidad, la envidia, la tristeza, incluso frío o hambre, y un sin fin de sentimientos más que, obviamente, alteran la percepción de quien los manifiesta.

En este caso consumista, la envidia es un sentimiento particular. Se puede sentir envidia de algo material o concebirla como la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor. También el afán de imitación es importante. Hay cierta predisposición a igualarnos respecto a los demás, tener lo que tienen para ser uno más, para sentirse aceptado. Esto sucede con la moda, la tecnología, los coches, los juguetes infantiles, la lectura, los gustos musicales... El ser humano tiende a aceptar mejor cosas que ve que otros ya han aceptado. En este caso, la envidia vuelve a cerrar su ciclo: lo codiciamos porque tenemos que codiciarlo, y consecuentemente lo obtenemos. Prácticamente ya no podríamos hablar de envidia, sino relegar el término o sustituirlo por necesidad. Se da entonces un matiz que iguala la envidia a la necesidad y que, hoy en día, es muy difícil de separar, si bien es cierto que también se puede envidiar algo vital y necesario. Esa imposibilidad de separar términos la vemos particularmente reflejada en la población joven, a la que probablemente, ni le preocupe entender por qué sentir envidia y por qué necesidad.

A la hora de comprar, una persona con tendencias envidiosas (suponiendo que tuviésemos muy delimitados los límites de dicha persona y conozcamos ampliamente su capacidad de mentir sobre ese sentimiento o encubrirlo) sentirá necesidad real de tener aquello que ha llamado su atención y lo ha atraído. Es importante el papel que desempeñan aquí los medios publicitarios, la imagen del semejante siendo más feliz o más completo, los estereotipos quedan fijados gracias a la publicidad, pero también gracias a los sentidos, ya que percibimos todo según nos dictan ellos. Quizá sea atractivo para la vista, tenga un olor que evoque algo particular, un tacto suave o sea altamente agradable al gusto o al oído. Los sentidos son fundamentales para comenzar a envidiar.

Creo que se puede alterar aún más fácilmente la conducta de compra en una persona 'afectada' por un sentimiento como la envidia. Por ejemplo, si sabemos que codicia cierto producto, podremos situarlo al final de la tienda en cuestión, para que acuda atravesando otras secciones, procurando en él sentimientos de necesidad-envidia difíciles de identificar. Aparte de mostrar signos graves de inferioridad, la persona envidiosa es muy débil mentalmente. En el plano desorbitado en que hoy se sitúa el consumismo, la envidia tiene un lugar especial. Es casi seguro que la mayor parte de lo que adquirimos sea porque lo envidiamos de cualquier otra persona. Es más profundo de lo que a simple vista pareciese: es una muestra de debilidad mental absoluta y determinante, una emoción casi enfermiza. Y en sí misma, la envidia no es ni buena ni mala, porque somos nosotros quienes la conformamos y actuamos.

Analizando aún más el tema, hay diferentes tipos de personas a las que probablemente este sistema de compra por debilidad sentimental vaya inexorablemente unido a su forma de ser. Personas con baja autoestima, personas insatisfechas con sí mismas, egocéntricas y/o narcisistas, con muchos miedos o dudas. Además, los medios de comunicación de sociedades consumistas nos transmiten multitud de estereotipos relacionados con la felicidad. Se utiliza la envidia como motivador para potenciar el consumo que promete una felicidad exagerada a la cual es más sencillo sucumbir.



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