No hay mayor fuerza que la del los hombres virtuosos, mientras que los malvados, que siguen un ideal equivocado, son siempre débiles, aunque a veces no resulte evidente para quienes no reflexionan bien.
El verdadero sabio no detesta ni a los enemigos que más daño le hacen, porque sabe que actúan por ignorancia: ''en los sabios no hay cabida para el odio.''
Es un noble pensamiento para quien espera la muerte injusta... quizá como cualquiera de nosotros, de un modo u otro.
Nadie por ser joven dude de filosofar
ni por ser viejo de filosofar se hastíe.
Pues nadie es joven o viejo
para la salud de su alma.
EPICURO, carta a Meneco
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