jueves, 11 de febrero de 2010

La inmortalidad del alma



" Cebes, interrumpiendo a Sócrates le dijo: - lo que dices en un resultado necesario de otro principio que te he oído muchas veces sentar como cierto, a saber: que nuestra ciencia no es más que una reminiscencia. Si este principio es verdadero, es de toda necesidad que hayamos aprendido en otro tiempo las cosas de que nos acordamos en éste; y esto es imposible si nuestra alma no existe antes de aparecer bajo esta forma humana. Esta es una nueva prueba de que nuestra alma es inmortal.

Simmias, interrumpiendo a Cebes, le dijo:

- ¿Cómo se puede demostrar este principio? Recuérdamelo, porque en este momento no caigo en ello.

- Hay una demostración muy preciosa- respondió Cebes- y es que todos los hombres, si se los interroga bien, todo lo encuentran sin salir de sí mismos, cosa que no podría suceder si en sí mismos no tuvieran las luces de la recta razón. En prueba de ello, no hay más que ponerles delante figuras de geometría u otras cosas de la misma naturaleza, y se ve patentemente esta verdad.

- Si no te das por convencido con esta experiencia, Simmias-replicó Sócrates-,mira si por este otro camino asientes a nuestro parecer.¿Tienes dificultad en creer que aprender no es más que acordarse?

- No mucha-respondió Simmias-; pero lo que precísamente quiero es llegar al fondo de ese recuerdo de que hablamos; y aunque gracias a lo que ha dicho Cebes, hago alguna memoria y comienzo a creer, no me impide esto el escuchar con gusto las pruebas que tú quieres darnos.

-Hélas aquí-replicó Sócrates-. Estamos conformes todos en que, para acordarse, es preciso haber sabido antes la cosa de que uno se acuerda. -seguramente.
-¿Convenimos igualmente en que cuando la ciencia se produce de cierto modo es una reminiscencia? Al decir de cierto modo, quiero dar a entender, por ejemplo, como cuando un hombre, viendo u oyendo alguna cos, o percibiéndola por cualquier otro de sus sentidos, no conoce sólo esta cosa percibida, sinó que al mismo tiempo piensa en otro."

El alma, antes de unirse a un cuerpo, habitaba el mundo de las ideas, dedicándose a su contemplación. Una vez en el cuerpo, el alma olvida todo lo que conocía. Con ocasión del conocimiento sensible va recordando ese mundo eidético, reduciendo la multiplicidad de los objetos a la unidad de la idea. Por lo tanto, conocer es recordar. Hacer memoria de lo ya sabido.

1 comentario:

  1. La Grecia es grande, Cebes, respondió Sócrates; y en ella encontrareis muchas personas muy entendidas. Por otra parte, tenéis muchos pueblos extranjeros, y es preciso recorrerlos todos e interrogarlos, para encontrar este encantador, sin escatimar gasto, ni trabajo; porque en ninguna cosa podéis emplear más útilmente vuestra fortuna. También es preciso que lo busquéis entre vosotros, porque quizá no encontrareis otros más capaces que vosotros mismos para estos encantamientos.


    A BUSCAR SE HA DICHO.

    ResponderEliminar