Aún así, llegados a la parte de la elaboración de una Programación, me encuentro con tantas dudas, tanta ineficacia plasmada en tochos enormes de apuntes made in Magister, a los cuales no encuentro ni sentido, ni lógica. Por no entrar ya en el debate de quién narices los ha redactado, pues no es que estén sólo mal escritos y mal planteados, es que recurres a ellos creyendo que te orientarán pero pierden más que ayudan.
Imagino cómo será ese día dentro de tan pocos días. El trauma generado por las decenas de horas empleadas para aprobar, la angustia de los días antes y el propio nerviosismo del día de la prueba generará una euforia tal en el estudiante que, en caso de aprobar, provocará cambios sociales en él y en quienes en un futuro le rodearán.
No he logrado aprender nada, porque parto de que no creo que sea necesario aprender 26 temas sobre música para demostrar que eres un buen maestro. Soy de las que opinan -llamadme loca- que un buen profesor ha de dominar tanto los 26 temas del área de música como los otros tantos de todas las demás áreas. No olvidaremos que nos encontramos al frente de una clase llena de alumnos con diversas necesidades. Es un error caer en el apartado de Necesidades Educativas Especiales sin tener en cuenta que cada uno de esos niños presenta una necesidad educativa particular (y por tanto, especial). Sin embargo, en este maravilloso temario que define y distingue al buen (''funcionario'') maestro del malo, no requiere más que un caso de estos niños. Por ejemplo, introducir en el aula imaginaria (cosa absurda sobre la que se fundamenta una programación absurda llena de imaginación e ideales frustrados) un caso de niños con Déficit (¿?) de Atención, un niño que desconoce el castellano, o un caso de niño marginado por la sociedad.
¿Cómo pueden seguir existiendo casos siquiera hipotéticos de exclusión social? Punto para reflexionar.
''El examen es la llave que cierra con candado el saber de todo aquel que haya obtenido un título académico''
Y qué verdad es esta. No hay más tras el aprobado de un examen de este tipo. Logras -o no- lo que todo español sueña desde hace unas décadas: ser funcionario. Tener plaza 'fija' para toda la vida. Un sueldo que te permita ser más feliz que si no lo fueras, una estabilidad que depende del nuevo Gobierno que llegue, y una vida llena de trabajo, adaptaciones curriculares, niños problemáticos salidos de un Sistema problemático, compañeros y profesores incompetentes en el sentido de despreocupados por todo esto y que, seguramente no se hayan parado ni un segundo a pensar por qué opositaron realmente.
Se cierra y no entra más. Ni opiniones, ni padres, ni boletines oficiales. El librillo del maestro deja de añadir anexos, se estanca y se deja llevar por los años y el cansancio laboral al que -ahora más- se enfrentan los maestros de hoy en este país.
En fin, tendré que aprenderme a contrarreloj y de MEMORIA estos tres volúmenes de datos entre los que están los famosos 26 temas, la defensa de la programación y la elaboración de la misma. Todo ello, junto con los Mínimos Curriculares de todas las áreas que este año se han decidido introducir de un mes para otro, con posterior validación en el BOE, y las obras a interpretar para la parte práctica. Cosas que, de necesitar el día de mañana ante una clase (cosa que hasta dudo) o de yo desconocerlas, podría consultar en cualquier lugar que dispusiese de Wi-Fi.
Vamos, una locura para asegurarte una vida estupenda, plena, espiritualmente sana, equilibrada, bla, bla, bla... pero sobretodo, feliz. O mejor dicho, una tortura que genere un trauma tal que logre mi completa sumisión ante el caso imaginario estudiado de MEMORIA y por ello, un vínculo inviolable para quien ha causado dicho trauma. Lo llamaremos El Partido.
¿Después de todo lo que he sufrido, me voy a cuestionar algo?
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