jueves, 10 de noviembre de 2011

¿Votar o no votar? La decisión es SÓLO tuya.



Nos encontramos en plena campaña electoral, en ese punto en que los buzones rebosan de sobres blancos y rojitos, nos desbordan los anuncios de politiqueo en TVE1 y los debates candentes, morbosos y necios hacen de la sobremesa un lugar poco cómodo. En estos momentos nunca falta alguien haciendo su propia campaña personal, intentando convencer al prójimo de qué es lo verdaderamente positivo en esta época que vivimos, y de qué es lo que nos ha llevado a esta situación desgraciada, por otra parte. Siempre hay algún personaje enterado de lo bueno y lo malo. Yo le admiro profundamente, pues la capacidad de no querer ver más es insuperable. Sin embargo, compadezco su torpe razonamiento
Escuchar a otras personas decir semejantes cosas me hace pensar que no saldremos nunca de este bucle...

La época.
No recordamos haber pasado una crisis como ésta, aunque somos un buen reflejo de lo acontecido en 1929. La diferencia más acusada es el nivel de vida y la calidad de ese nivel. Entre estos años de diferencia, España ha crecido no sólo en población, sino en poder adquisitivo y económicamente, por tanto, debido todo ello a la recién instaurada Democracia participativa y a la posterior adhesión a la Unión Europea.
Además, el poder centralizado que existió, ha quedado disgregado. Es decir, quien gobierna una región no tiene por qué ser miembro siquiera de ésta misma. O lo que es lo mismo, los organismos que hoy en día nos controlan, tienen poco o nada que ver con la política que se nos introdujo años atrás. No sé si logro explicar cómo nos han hecho creer que este sistema era efectivo, cuando verdaderamente lo han usado para someternos a otro nivel más abstracto.
Gobiernos, regímenes, dictaduras, demócratas, socialistas, nacionalismos, elecciones, Reinos, fronteras... ni uno de ellos sirvió. Ninguno de los sistemas políticos acuñados en los últimos siglos han servido para tener a la población contenta, representada, feliz. Ni servirá. Porque todos son erróneos, abusivos, intolerantes por definición, ya que parten como idea de control social donde unos mandan y otros acatan.
Sin embargo, esto no tiene tanto qué ver con lo que venía comentando. Ahora mismo quien gobierna España, no se encuentra en España. Quien somete a España no es su líder político. Eso es todo un circo disuasorio que resulta, incluso, perverso.
Las grandes empresas, las multinacionales, los organismos de acción humanitaria, los grandes bancos, las farmacéuticas... y sus líderes, tienen mucho más peso y más acción directa en nuestro país que nuestro propio Gobierno. Ejemplos claros pueden ser la toma de decisiones que España ejecuta cuando se lo impone la UE, la Banca española, los laboratorios como Roche (caso de Grecia), o el famoso FMI (y sus constantes leyes económicas opresoras).

Votar, serviría... en el mundo de la piruleta.

Sinceramente opino que si uno está descontento, lo mejor que puede hacer es darse a entender dejando de jugar; expresar su descontento de raíz. La raíz aquí (en España) es la política -Democracia- que claramente no funciona, y el descontento lo crea ella misma en cada uno de nosotros.
Además, nos creemos en condiciones malas o poco favorecedoras, pero es que no estamos mirando al mundo. No sabemos ni la mitad de lo que otros países están pasando, todo guiado y pautado por los mismos líderes, que , como hemos visto, ya no son políticos exclusivamente y por los medios de comunicación.
En cuanto a éstos, el papel que han desempeñado nos distancia leguas la situación del crack del 29. Tener toda la información sobre la mesa, hace que a veces, nos falte mesa para seguir ojeando. La masificación de estos medios no ha servido para mejorarlos o elevar su calidad. Al contrario. Los profesionales que ahí se sitúan, rara vez demuestran lo que deberían saber acerca de las Ciencias de la Comunicación, ofreciendo programas pobres, vetados y noticias con faltas de ortografía.
La profesionalidad Española (no sólo en los Mass Media) ha decaído como consecuencia directa de las políticas empleadas sobretodo en la educación.
El miedo que se puede infundir mediante noticias, imágenes, vídeos y programas de difusión mediática es casi tan potente como el bienestar, la felicidad, la ilusión que aporta la publicidad. En este sentido, creo que se complementan de tal modo que siempre andamos recibiendo estímulos opuestos y extremos que nos mantienen alerta, hasta llegar al punto de considerarnos felices y afortunados tras comparar la muerte de un soldado Gadafista con un anuncio de Sopas instantáneas.

Aquí hay que darse cuenta de que AHORA todo está mal, y que no se ha visto ni un atisbo de mejora social en el sentido más humano de la palabra, desde hace muchos muchos años. Poco a poco nos han llevado a este punto, y poco a poco hemos ido perdiendo la poca libertad que tuvimos.

¿Un sistema corrupto, ensuciado, tergiversado, manipulado y obsoleto es el que queremos seguir votando? Votar es la palabra mágica que se ha venido usando desde hace unas décadas para hacernos sentir mejor estando dentro ya de lo peor.Votar no libera, votar somete y esclaviza a quien, como he dicho, está descontento y quiere dejar de jugar. El problema es que no todos están tan enfadados y crispados con el Sistema de Juego. Ese es el pequeño gran problema, al que podemos llamar Dinero.
El dinero que hoy vale y mañana no servirá es el causante directo de la situación mundial. Es el verdadero demonio impreso en papel de moneda, y quizá, otro movimiento de la élite nunca vista para empezar la andadura que hoy analizamos, que nos ha traido hasta aquí.

Sólo hace falta darse cuenta de las cosas para entenderlas, querer verlas es el primer paso. Incluso antes de informarse sobre lo que uno desconoce, tiene que tratar de averiguarlo por sus medios, su conocimiento. Descifrar lo que no se ve a primera vista es igual de importante que darse cuenta de no haberlo visto antes.


Votar no es más que el acto por el cual un individuo expresa su apoyo o preferencia por cierta moción. Es medir una opinión conjunta. Pero es muy difícil opinar igual. Nos puede costar sudores ponernos en acuerdo con una única persona. Imagino que poner de acuerdo a millones sería imposible. Y aún así, hay mayorías absolutas. No lo entiendo. O es gente que no se para a pensar jamás o son casos perdidos. Nadie puede representar a nadie, casi en ningún aspecto de la vida. Mucho menos a millones de personas. Mucho menos un sólo tipo que encabeza la sarta de mentiras que los votantes creen.
Las opiniones serían individuales en un mundo en que actuásemos individualmente o fuésemos autosuficientes. Pero en este mundo escalvizador, donde dependemos de todo, también nuestras opiniones (nuestro voto) depende de alguien más. ¿Es eso democracia?

Menos mal que nuestro sistema electoral nos asegura la posibilidad de mostrar descontento. Para ello se creó el voto en blanco, el cual abre aún más la brecha insalvable ya entre el partido más votado y el más pequeño y menos elegido. Bueno, también podemos votar en nulo. Los votos en nulo o erróneos no sé si se recuentan siquiera, y no pasan a formar parte de una representación de ningún tipo.Esa mañana desayunaremos fuerte con gran cantidad de hidratos, para que la energía necesaria al boicotear el papel y a introducirlo no nos sea insuficiente. Personalmente, creo que este tipo de voto no merece la pena ni para levantarse ese Domingo...
Por último, la opción de no votar. En las últimas elecciones el porcentaje de absentismo electoral fue del 32%, una 'minoría' nuevamente que sí se tiene en cuenta para rellenar el gráfico circular, pero que no trasciende en opinión ni crítica.

Es algo mucho más personal que elegir una opción. Se trata de mi individualidad, de mi capacidad para elegir. Puede que no me represente públicamente ni yo misma, pero es que tampoco quisiera hacerlo. No puedo cambiar el mundo y por eso no quiero votar, no quiero jugar más a su juego de mentiras parlamentarias. Votar nos introduce de lleno en un sistema que ''representa'' figuradamente a los no votantes, pero a los que no se escucha jamás, ¿por qué será?

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