sábado, 14 de enero de 2012

Creando por diversión

A pesar de que mi formación dejaría mucho que desear a los ojos de cualquier Filósofo, Científico, Matemático, Biólogo, Médico, Historiador..., yo también estudié lo necesario que se me exigía para terminar los estudios. Por lo tanto, reconozco que me faltará siempre esa profundidad que otorga el campo de especialización Universitaria. Si por ganas de saber se tratase, estaría matriculada en todas las anteriores y alguna que otra más.
Estudié Física, Ciencias de la Tierra, Biología... y, en resumen, tuve que aprobar -por supuesto- todas las asignaturas si no quería pasar miedo el resto de mi vida por no tener Bachillerato. ¡¡Qué horror!! ¿Dónde vas por el mundo sin tener Bachillerato?
A pesar de que todo esto ya se me queda algo atrás (y parece que fue ayer cuando los cabezazos contra el libro de Literatura dejaban moratones), y ahora que me veo desde otra perspectiva más adulta y con más experiencias vividas, me reprocho no haber tenido consciencia de ciertas cosas que ahora sé, no para dejar en evidencia los conocimientos de nadie, ni tirar por tierra muy fácilmente el actual Sistema de Educación (hacer eso con 17 años podría suponer la expulsión del centro, y yo no quería eso). Muchas de las cosas de las que hoy me creo con capacidad para hablar, no hubieran tenido cabida en ese momento, por eso, tuvo que ser así, para verme hoy como me veo y meditar acerca de todo ello.

La idea de que el mundo interior, de nuestros pensamientos, emociones y creencias, afecta a nuestro entorno es algo que recientemente se me ha ocurrido pensar. Digamos que, en todo esto, no soy más que una chiquilla. Quizá dentro de unos años, al mirar para atrás de nuevo, me vea aún mas adulta y con más experiencias y me reproche no haber aprendido tales o cuales cosas. Al margen de esto, considero un verdadero secreto entender todo esto que hoy comienzo a vislumbrar (y no fue gracias al Título de Bachiller, quiero aclarar).

Numerosas culturas ancestrales localizables por todo el globo, desde el Tíbet, la India, Egipto, Perú y Bolivia, y a lo largo de nuestra Historia, han sabido siempre que la experiencia interior afecta al mundo exterior. Parece light la noticia, ¿verdad?. Nuestra maravillosa Ciencia se ha empeñado en ignorar esto mismo. Aunque nos parezca de locos, esa gente vivía sin tener que verter una sola lágrima por haber suspendido una asignatura, ni haber discutido con sus familiares por no traer notas mejores. No digo que la ciencia sea inútil, ni mala, por supuesto que no lo es, y yo no soy quién para enjuiciarla. Sin embargo, estoy muy segura de que resulta incompleta, al menos, para dar respuestas vitales.

Como todo ser humano - si se es humano y científico, más-, buscamos por defecto las respuestas alrededor, aunque no tan a menudo como debiésemos. Es solamente cuando hacemos esto, cuando nos damos cuenta de que la Ciencia se ha venido equivocando en dos supuestos (lo cual no quiere decir que no pueda rectificar) :
- El espacio no está vacío como se creía; por el contrario, se encuentra lleno de una esencia viva que recientemente comenzamos a entender.
- Queda demostrado que nuestras experiencias internas influyen en el mundo a través del espacio.

Es relacionándonos con nuestros semejantes cuando realmente caemos en estos detalles, al hablar de tú a tú, mirada contra mirada, corazón con corazón, Dios con Dios. ¿Podemos llegar al punto de producir efectos dentro de nuestro propio cuerpo que nos liberen tanto del dolor como del alimento? Nuestra ciencia dice que no, por ahora. Le daremos tiempo al futuro, y al volver la mirada atrás, nos veremos inocentes e ingenuos, otra vez. Como me pasa a mí, y nos pasa a todos. Imaginemos la combinación de nuestra mejor ciencia y tecnología junto con la sabiduría de hace 5.000 años. Eso sería increíble... =)

Acabo de empezar a entender que realmente se puede hacer algo para influir no sólo en mi cuerpo físico y el de los demás, sino en la propia realidad física que nos contiene a todos. Esto cambia radicalmente el paradigma Occidental en el que creemos. Es una forma distinta de vernos a nosotros y al mundo. Y hay una curva de aprendizaje para cada uno de nosotros. Este tema no suele salir normalmente en una conversación coloquial, ni formal. La gente no suele preguntarse al despertar qué tipo de sueños ha tenido, ni cómo su cuerpo se ha 'sanado' a sí mismo durante el fin de semana, tras la relajación y la desconexión laboral.
Hablamos de fútbol y lotería, de políticos y Eurovisión. Centramos nuestra atención en cosas que no nos reportan bien, y no nos damos cuenta... El verdadero bien, no puede venir de fuera.
La relevancia de la vida está en las experiencias diarias, seamos conscientes o no de ello, y afectan a nuestro cuerpo y a nuestro mundo.

La ciencia occidental parece que comienza a entender que el espacio no está vacío, que hay partículas sub-atómicas oscilantes por todas partes (Bosson de Higgs), energía que no para de moverse. Es algo tan reciente que no tiene nombre aún para ser llamada. Esta 'mente natural' que lo envuelve todo, ya fue descubierta en 1944 por Max Plank, que la llamó matriz (qué bello nombre para la vida) y alegaba que bajo todo lo visible, incluído nuestro cuerpo existe una mente consciente, inteligente y autoregulada. Esa mente, es la matriz de la materia, y no entiendo cómo no es el principio básico que todo estudiante de Física y Química debiese aprender al ingresar en la Facultad, ¡pero si es la idea principal de Matrix!
Ahora sabemos que podemos influir en ese campo, y que somos capaces de descubrir con el corazón, no con la mente. La mente es importante, los antiguos hacían distinciones entre sentimientos-emociones y pensamientos. Estos sentimientos son emociones coherentes localizables en el corazón: sentimos amor, compasión, comprensión, perdón... y todos cambian la autoestima, lo cual, según algunos exo-científicos, altera los campos electromagnéticos del corazón y éstos cambian la materia que conforma lo que nos rodea.
El corazón es el campo magnético más fuerte del cuerpo, más incluso que el cerebro, quien también genera esos campos a otro nivel. La ciencia dice que al cambiar el campo del átomo, cambias las estructuras de dichos átomos. Nosotros estamos formados por átomos, y los sentimientos que proyectamos inciden en el campo que los conecta (la materia) alterando nuestra realidad de forma casi milagrosa para la ciencia. El secreto que nosotros ignoramos, la ciencia sólo empieza a entenderlo.
Las antiguas civilizaciones, sin embargo, partían ya de esta Ley Universal en la que todo está conectado y somos parte de ello. Pero van más allá, y nos enseñan a actuar sobre el cuerpo para sanarnos. Al cambiar la autoestima, el cuerpo lo refleja sin tener que ser un largo y lento proceso, pues éste puede ser muy rápido: simplemente hay que cambiar la forma de ver al enfermo. Suena fácil, ¿verdad?
Algunos documentales y vídeos de hospitales en Pekin nos muestran estas prácticas que vienen siendo usadas desde hace miles de años. En un ejemplo, el cuerpo de una mujer con un tumor que la ciencia considera inoperable se encuentra frente a tres médicos que entienden este lenguaje nuevo basado en emociones. Creando un sentimiento en sí mismos para no ver el tumor como un mal, sino como una reacción física a un estímulo incorrecto y prolongado, ven a la mujer entera, sana, vital y capacitada. Intensifican ese sentimiento, y el cuerpo de la mujer solamente refleja. En sonogramas, el tumor desparece al pasar unos minutos. La realidad cambia deprisa. Estos aparatos, captan las vibraciones bajas o elevadas.
El cuerpo es un reflejo de algo no físico. La ciencia empieza a verlo. Estos médicos no juzgaban el tumor como bueno o malo, era sólo una posibilidad entre muchas. Y ellos eligieron otra. Es una visión sutil y muy diferente admitir lo que hay e invitar a otra posibilidad en vez de atacarlo, manipularlo o extirparlo sometiéndolo a la fuerza en lugar de cambiar el plano cuántico aprovechando otra oportunidad que sustituya a la actual sin juzgarla.

¿Seremos nosotros capaces de proseguir una vida sin juicios? ¿Aprovecharemos esta capacidad innata de cambiar y utilizar las oportunidades infinitas que brinda el universo para nuestro bienestar? ¿O seguiremos empeñados en sacar matrículas de honor en las diversas y sólidas instituciones del Conocimiento?

Nada es tan sólido ni tan férreo. Tampoco nada es tan blando o dúctil. Elige la próxima vez la realidad que vas a querer para ti y para el resto.




PARA SABER MÁS: Ambos vídeos de Enric Corbera.
La influencia de los antepasados en nuestras vidas.


El despertar de la Conciencia Biológica

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